Es lo que dice William Kikanae Ole Pere, guerrero maasai y jefe de la tribu Manyatta Enkerende (Kenya), que estos días está en España presentando, en colaboración con la ONG Adcam, una línea de zapatos Pikolinos que han confeccionado las mujeres de su tribu.
-Unas mujeres masái fabricando zapatos occidentales. ¿Cómo se le ocurrió la idea?
-Cuando conocí a Carmen, de la ONG ADCAM. Era un proyecto muy bueno para ellas, una nueva vía de conseguir dinero para crear escuelas que, a su vez beneficiaba a toda la comunidad. Los jefes de otras tribus masái pensaban que estaba loco..., creían que les estaba dando demasiado poder a las mujeres.-Pero ha salido bien, gracias a este trabajo ya tienen escuelas, lo que le dará más autoridad en su tribu. ¿Cómo se llega a ser jefe?
-Más que jefe, yo lo llamaría guerrero en el sentido de que tengo la obligación de proteger a mi tribu. Se decide entre toda la comunidad. Es un proceso de unos siete años. Una de las pruebas de madurez es matar a un león viejo.-Una de sus grandes obsesiones es que los masáis tengan educación.
-Sí, entiéndame, no queremos depender exclusivamente de los occidentales. Quiero que los niños sepan leer y escribir, que haya médicos masái en vez de depender de los médicos europeos o americanos. Eso sí, sin perder nuestras raíces tribales.-Debe ser molesto ser el objetivo de un turista en busca de una fotografía exótica...
-No lo crea. Los masái somos un pueblo muy acogedor. Nos gusta la gente, nos enriquece, creemos que nos trae suerte si mucha gente viene a vernos.
-¿Y es así?
-Bueno sí, aunque tengamos que vivir en reservas.-Ahora está en España, ¿qué piensa de los occidentales?
-Allí, en Kenia, pensábamos que los occidentales no trabajaban, que todo lo hacían las máquinas. Al llegar aquí me he dado cuenta de que no. Trabajan mucho y deprisa, porque si no las máquinas se paran.-Sí, vamos muy rápido.
-Creo que sí. ¿Quiere que le diga la verdad? Vosotros tenéis los relojes, nosotros el tiempo.-¿Le gusta la forma de vida occidental?
-No podría vivir aquí. Apenas tenéis árboles ni una relación con la naturaleza. Además, hay muchos edificios y demasiado ruido de los coches... ¡y de los teléfonos!
-¿Qué deberíamos aprender de los masái?
-Bueno, no pretendo ofenderles, pero creo que deberían sentirse más unidos a la naturaleza, escucharla. Y sobre todo, aprender a tener paciencia. Los masái estamos educados en la paciencia, deben saber que esperar no tiene por qué ser malo. Y tienen que saber valorar el silencio.
(Entrevista realizada por Cecilia García para el diario La Razón)
-Unas mujeres masái fabricando zapatos occidentales. ¿Cómo se le ocurrió la idea?
-Cuando conocí a Carmen, de la ONG ADCAM. Era un proyecto muy bueno para ellas, una nueva vía de conseguir dinero para crear escuelas que, a su vez beneficiaba a toda la comunidad. Los jefes de otras tribus masái pensaban que estaba loco..., creían que les estaba dando demasiado poder a las mujeres.-Pero ha salido bien, gracias a este trabajo ya tienen escuelas, lo que le dará más autoridad en su tribu. ¿Cómo se llega a ser jefe?
-Más que jefe, yo lo llamaría guerrero en el sentido de que tengo la obligación de proteger a mi tribu. Se decide entre toda la comunidad. Es un proceso de unos siete años. Una de las pruebas de madurez es matar a un león viejo.-Una de sus grandes obsesiones es que los masáis tengan educación.
-Sí, entiéndame, no queremos depender exclusivamente de los occidentales. Quiero que los niños sepan leer y escribir, que haya médicos masái en vez de depender de los médicos europeos o americanos. Eso sí, sin perder nuestras raíces tribales.-Debe ser molesto ser el objetivo de un turista en busca de una fotografía exótica...
-No lo crea. Los masái somos un pueblo muy acogedor. Nos gusta la gente, nos enriquece, creemos que nos trae suerte si mucha gente viene a vernos.
-¿Y es así?
-Bueno sí, aunque tengamos que vivir en reservas.-Ahora está en España, ¿qué piensa de los occidentales?
-Allí, en Kenia, pensábamos que los occidentales no trabajaban, que todo lo hacían las máquinas. Al llegar aquí me he dado cuenta de que no. Trabajan mucho y deprisa, porque si no las máquinas se paran.-Sí, vamos muy rápido.
-Creo que sí. ¿Quiere que le diga la verdad? Vosotros tenéis los relojes, nosotros el tiempo.-¿Le gusta la forma de vida occidental?
-No podría vivir aquí. Apenas tenéis árboles ni una relación con la naturaleza. Además, hay muchos edificios y demasiado ruido de los coches... ¡y de los teléfonos!
-¿Qué deberíamos aprender de los masái?
-Bueno, no pretendo ofenderles, pero creo que deberían sentirse más unidos a la naturaleza, escucharla. Y sobre todo, aprender a tener paciencia. Los masái estamos educados en la paciencia, deben saber que esperar no tiene por qué ser malo. Y tienen que saber valorar el silencio.
(Entrevista realizada por Cecilia García para el diario La Razón)
2 comentarios:
Magnífica reflexión la de este hombre en la frase que da título al post!
Lo resume todo. Las prisas inútiles de los occidentales, por ejemplo.
Me gusta la sencillez con que acepta lo que son (su pueblo) y lo claro que tiene lo que deben ser y lo que no.
"Los masái estamos educados en la paciencia, deben saber que esperar no tiene por qué ser malo. Y tienen que saber valorar el silencio".
Precioso vídeo.
Gracias por compartir.
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