sábado, 3 de agosto de 2013

La abuelita Lucy

    Hubo un tiempo en que los monos decidieron bajarse de los árboles y buscarse la vida, que empezaba a ponerse realmente difícil para ciertas especies. Imagínense: después de una glaciación (quizá la primera, ocurren de manera cíclica), la Tierra comenzó a calentarse, fueron desapareciendo especies vegetales, al mismo tiempo que aparecían desiertos y sabanas. Por estas últimas podían correr a sus anchas gacelas, leones, tigres..., a los que la Naturaleza había dotado de todo tipo de armas de ataque y defensa: colmillos, garras, un aparato locomotor impresionante... Los amos del prado. ¿Qué podía hacer el esmirriado mono, que carecía de todas estas cualidades?. Tenía todas las de perder. Sólo que de pronto le dio por bajarse del árbol, erguirse sobre dos patas y salir a ver qué pasaba por ahí. A partir de entonces la lió. Su cerebro comenzó a crecer, lo que agudizó su ingenio (o viceversa) y esto le sirvió para fabricarse instrumentos con los que suplir lo que la Naturaleza le había negado. ¿No tenía garras ni colmillos?: empezó a fabricar utensilios de piedra y de madera para cubrir esa carencia. ¿No sabía correr o corría poco?: ideó armas que actuaban a distancia, arcos, flechas, lanzas... Se buscó la vida, y además se convirtió en omnívoro: comía de todo, y sigue haciéndolo. Y hasta aquí ha llegado. Y seguirá, no les quepa la menor duda.

    El 30 de noviembre de 1974, a unos 150 km al norte de Addis-Abbeba (Etiopía) en un lugar llamado Hadar, el paleoantropólogo americano Donald Johanson, que exploraba la región en busca de vestigios prehistóricos, realizó un descubrimiento inesperado: un esqueleto prácticamente completo de un homínido, es decir, de una rama distinta a la de los grandes monos, que al parecer constituía una etapa hacia la raza Homo y cuyos individuos se caracterizaban por rasgos como el de la posición erguida.
    Una vez reconstruido el esqueleto se descubrió, por las proporciones y la forma de la pelvis, que pertenecía a una hembra de 1 m de estatura, de unos 20 años de edad, dotada de un cráneo minúsculo y que había caminado sobre sus extremidades posteriores, signo inequívoco de una evolución hacia la hominización. La articulación de la rodilla confirmaba dicha hipótesis. Se le llamó Lucy, en homenaje a la canción de los Beatles Lucy in the sky with diamonds, que era la canción que estaban escuchando entonces los miembros del equipo investigador. La abuela Lucy.
    La datación de las muestras minerales de su emplazamiento mediante el método potasio/argón (más preciso que el método del carbono 14) proporcionó la cifra de 3 millones de años, con un margen de error de 200.000 años, más o menos. La datación por paleomagnetismo* indicó 3,5 millones de años.
    Johanson publicó su teoría de la evolución de los homínidos hasta la aparición del hombre moderno, Homo sapiens sapiens, en función del descubrimiento de Lucy. Lucy representaba el primer estadio conocido de la postura erguida o bípeda y, por tanto, un nexo de unión entre los grandes monos y los homínidos. Sin embargo, los Australopithecus afarensis (que así se llamó a Lucy y a sus compañeros) no fabricaban utensilios, por lo que se encontraban en un nivel inferior al del Homo habilis, aparecido hace dos millones de años. Según Johanson, los Australopithecus afarensis habrían dado origen a dos ramas: los Australopithecus africanus y los Austrolopithecus robustus (de mayor tamaño). Por otra parte, el Homo habilis, de 1,50 m de estatura, daría lugar al Homo erectus.

Johanson situaba el comienzo de la hominización en Lucy, o sea, en el Australopithecus afarensis. En su opinión, Lucy era la abuela de la Humanidad, y es cierto que no se ha encontrado un espécimen bípedo más antiguo. Sin embargo, la comunidad de los paleoantropólogos y, sobre todo, la célebre familia Leakey -Louis, el padre, Mary, su mujer y Richard, el hijo- no estaba de acuerdo. Para los Leakey, Lucy no anuncia la raza Homo, sino que ya pertenece a ella. La hominización comenzaría mucho antes, quizá hace 10 ó 20 millones de años. Pero Lucy ha demostrado que la hominización ya estaba en marcha hace 3,5 millones de años.

    En cualquier caso, nosotros le dedicaremos una canción a la abuelita Lucy.

Lucy in the sky with diamonds - The Beatles

Este modo de datación se basa en el hecho de que el magnetismo terrestre ha variado numerosas veces en el curso de los milenios. Como queda "impreso" en las capas de terreno en formación, en la lava volcánica en estado de fusión y en el barro cocido, y puesto que se pueden reconstruir sus variaciones sucesivas con relativa exactitud, es posible medir la antigüedad de una muestra midiendo su declinación magnética.