John Matthews es un joven teniente de la marina inglesa, veterano de la guerra de las Indias occidentales, que en 1785 decide cambiar de profesión y embarcarse como mercader a África. Es enviado a la costa de Sierra Leona con la misión de reconstruir una colonia comercial que los indígenas habían arrasado después de asesinar a la población blanca aprovechando que el ejército inglés estaba ocupado al otro lado del mar.
Fruto de esta experiencia es el libro Viaje a Sierra Leona en la costa de África, cuyo éxito en la Europa de su tiempo es enorme. Escrito al modo epistolar, consta de ocho capítulos (ocho cartas), y en él Matthews describe minuciosamente la geografía, la flora y la fauna y las costumbres, creencias, ritos y ceremonias de los habitantes de Sierra Leona.
Matthews se declaraba esclavista, como la mayor parte de la sociedad occidental de su tiempo, una época en la que aún no habían llegado las declaraciones de derechos humanos. Aún así, el libro se lee hoy con placer e interés.
Fragmento de la Carta VI
Fruto de esta experiencia es el libro Viaje a Sierra Leona en la costa de África, cuyo éxito en la Europa de su tiempo es enorme. Escrito al modo epistolar, consta de ocho capítulos (ocho cartas), y en él Matthews describe minuciosamente la geografía, la flora y la fauna y las costumbres, creencias, ritos y ceremonias de los habitantes de Sierra Leona.
Matthews se declaraba esclavista, como la mayor parte de la sociedad occidental de su tiempo, una época en la que aún no habían llegado las declaraciones de derechos humanos. Aún así, el libro se lee hoy con placer e interés.
Fragmento de la Carta VI
Sierra Leona, 20 de noviembre de 1786
Mi querido señor: Mi última carta transmitía a usted las mejores noticias que podía proporcionarle de la religión, las leyes y el gobierno de los habitantes de este país; en ésta aspiraré a describirle las personas de los indígenas y aquellas de sus particulares costumbres y ceremonias que he podido observar o que he recibido de personas en cuya veracidad puedo confiar.
Es una observación general a lo largo de toda la costa de África que en aquellas naciones que limitan con el mar o que habitan en las islas son más robustos, mejor formados, más bravos y más activos que aquellos que residen en el interior del país. Esto quizá puede ser explicado en cierta medida por la diferencia de alimento, porque los que viven en la costa se alimentan de pescado y respiran un aire más saludable.
Los bullans, timmanies y bagoes son una raza robusta, activa y hermosa; de un buen negro, miembros fuertes y hermosos rasgos, y más bien por encima de la talla media. Los timmanies, en particular, son notables por un continente abierto e ingenuo, y muchas de sus mujeres son realmente hermosas.
Durante mi residencia aquí he visto solamente dos personas deformadas, y sus infortunios fueron ocasionados por accidentes en su infancia.
Los susis son de un tinte amarillento, y en personalidad son muy inferiores a aquellos que acabo de mencionar; aunque tienen miembros proporcionados, son de labios delgados y nariz chata.
Los mandingos parecen ser de una raza distinta de los demás: son altos y esbeltos, de un negro indiferente y de ojos notablemente pequeños; llevan sus barbas como los judíos en Europa.
Los susis, bullams, etc, se afeitan mientras son jóvenes; pero cuando su cabello empieza a tornarse gris dejan crecer sus barbas porque la plata, signo de la edad, denota también sabiduría; y, verdaderamente, algunos de sus viejos con largas barbas blancas, sentados en el Consejo, tienen una apariencia venerable.
La sorprendente diferencia entre el pueblo libre que he descrito y la apariencia de una plantación de esclavos es tan grande, que nunca me confundí respecto de su situación, aun a simple vista.
El hombre libre, soberbio de su libertad, se mueve con dignidad y orgullo consciente y mira con ojos de confianza a su alrededor, mientras que el esclavo, por el contrario, oprimido por la consideración de la situación, anda con paso humilde y los ojos bajos.
Las personas de los esclavos (excepto los que han nacido en la costa) son generalmente de baja estatura, y ni tan robustos ni tan bien formados como los nacidos libres que vienen del interior del país.
Los fulahs que habitan el país que está detrás de las naciones que he descrito parecen ser una raza intermedia entre el árabe y la negra, muy semejante a la lascar de la India oriental, y tienen cabellos largos, lacios y negros; color amarillento, faz delgada y larga nariz romana. Son secuaces estrictos del Corán, y sus guerras para la propagación de su religión proporcionan un gran número de esclavos, que se venden en estas regiones.
Mi querido señor: Mi última carta transmitía a usted las mejores noticias que podía proporcionarle de la religión, las leyes y el gobierno de los habitantes de este país; en ésta aspiraré a describirle las personas de los indígenas y aquellas de sus particulares costumbres y ceremonias que he podido observar o que he recibido de personas en cuya veracidad puedo confiar.
Es una observación general a lo largo de toda la costa de África que en aquellas naciones que limitan con el mar o que habitan en las islas son más robustos, mejor formados, más bravos y más activos que aquellos que residen en el interior del país. Esto quizá puede ser explicado en cierta medida por la diferencia de alimento, porque los que viven en la costa se alimentan de pescado y respiran un aire más saludable.
Los bullans, timmanies y bagoes son una raza robusta, activa y hermosa; de un buen negro, miembros fuertes y hermosos rasgos, y más bien por encima de la talla media. Los timmanies, en particular, son notables por un continente abierto e ingenuo, y muchas de sus mujeres son realmente hermosas.
Durante mi residencia aquí he visto solamente dos personas deformadas, y sus infortunios fueron ocasionados por accidentes en su infancia.
Los susis son de un tinte amarillento, y en personalidad son muy inferiores a aquellos que acabo de mencionar; aunque tienen miembros proporcionados, son de labios delgados y nariz chata.
Los mandingos parecen ser de una raza distinta de los demás: son altos y esbeltos, de un negro indiferente y de ojos notablemente pequeños; llevan sus barbas como los judíos en Europa.
Los susis, bullams, etc, se afeitan mientras son jóvenes; pero cuando su cabello empieza a tornarse gris dejan crecer sus barbas porque la plata, signo de la edad, denota también sabiduría; y, verdaderamente, algunos de sus viejos con largas barbas blancas, sentados en el Consejo, tienen una apariencia venerable.
La sorprendente diferencia entre el pueblo libre que he descrito y la apariencia de una plantación de esclavos es tan grande, que nunca me confundí respecto de su situación, aun a simple vista.
El hombre libre, soberbio de su libertad, se mueve con dignidad y orgullo consciente y mira con ojos de confianza a su alrededor, mientras que el esclavo, por el contrario, oprimido por la consideración de la situación, anda con paso humilde y los ojos bajos.
Las personas de los esclavos (excepto los que han nacido en la costa) son generalmente de baja estatura, y ni tan robustos ni tan bien formados como los nacidos libres que vienen del interior del país.
Los fulahs que habitan el país que está detrás de las naciones que he descrito parecen ser una raza intermedia entre el árabe y la negra, muy semejante a la lascar de la India oriental, y tienen cabellos largos, lacios y negros; color amarillento, faz delgada y larga nariz romana. Son secuaces estrictos del Corán, y sus guerras para la propagación de su religión proporcionan un gran número de esclavos, que se venden en estas regiones.
Voltaire, en su discurso preliminar, menciona una raza de pueblos que habitan en las partes interiores de África, que llaman albinos, y los representa de un color blanco lechoso y de una estatura diminuta. He hecho las más diligentes indagaciones entre los indígenas y los viajeros mercaderes negros, pero nunca pude lograr la menor información de que existiese semejante pueblo. Pero he visto varios negros blanquecinos en diferentes partes de África, de una blancura lechosa o de cal y de pelambre blanco, mas éstos no propagan su tipo, sino que tienen hijos blancos y sólo son considerados como un lupus narural. Recuerdo haber visto uno del mismo género en Georgia (Carolina del Sur) y otro en Inglaterra, y ambos eran hembras...
(John Matthews: A Voyage to the River Sierra Leone on the Coast of Africa)
Traducción del inglés: Domingo Barnés
El libro de Matthews, fresco, sincero y simple, merece muy bien una lectura, aunque sólo sea para conocer algo más acerca de las sociedades africanas y de la visión que un europeo culto del siglo XVIII podía tener de ellas, una visión que quizá ha sobrevivido y determina nuestras relaciones con el Tercer Mundo. (Juan Eslava Galán)
Traducción del inglés: Domingo Barnés
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