África, por razones bien comprensibles, y si exceptuamos la civilización egipcia y el norte en general, no ha tenido una memoria escrita hasta hace bien poco, pero como todos los pueblos ágrafos, ha gozado de una rica y singular tradición oral.
En la cultura mandinga de África Occidental (Gambia, Guinea, Guinea-Bissau, Senegal, Malí, Sierra Leona, Liberia, Burkina Faso y Costa de Marfil), el djele -griot en francés- era y es uno de los personajes más representativos y respetados de la tribu. Con una tradición de al menos 1600 años, los griots (a partir de ahora los llamaremos por su apelativo más conocido) eran los encargados de preservar la memoria de la tribu, sus genealogías, mitos, cuentos, batallas históricas y tradiciones orales, que pasaban así de generación en generación, actuando también como consejeros de los líderes tribales.
Para ello idearon un instrumento de 21 cuerdas, la kora mandinga, un híbrido entre el arpa y el laúd, con la que acompañaban sus cánticos y retahílas. También utilizaban el sabar, el tama, el xalam y el balafón. El sabar y el tama son instrumentos de percusión para hablar y enviar mensajes, por lo que se les llama la voz o tambores parlantes, ya que transmiten códigos reconocidos por los oyentes. El xalam es algo parecido a un banjo y el balafón es una especie de xilofón. De todos ellos hablaremos en próximas entregas.
Los griots usaban sus instrumentos y contaban sus historias en las cortes reales y a menudo eran considerados anunciadores. Sus canciones ceremoniales eran parte integrante de la vida política.
Aunque en general las historias que narraban estaban destinadas a divertir a la gente, eran también instructivas, ya que ponían muchas veces el acento en las debilidades humanas y en la manera en que el ser humano puede ser destruido por su codicia o su necedad.
Pese a pertenecer, como artesanos, a la casta más baja, gozaban de un gran respeto debido a su función social. A diferencia de los juglares medievales europeos, su estatus y ocupación eran heredados y sólo podían casarse con otros/as griots. Linajes conocidos de griots son los Seck, Mbaye o Kouyaté, por ejemplo.
Con la llegada de la escritura y posteriormente la introducción de la tecnología informática en la cultura africana, el griot pierde parte de su importancia social. Sin embargo, en la actualidad sigue siendo una casta muy considerada y sus músicos son reconocidos internacionalmente. Gente como Kandia y Jaliba Kouyaté, Toumani Diabaté o Ismaël Lô.
También hay mujeres griottes, aunque son menos conocidas, si exceptuamos algunas como Fatuo Guéwel en Senegal o Hadja Kouyaté en Guinea. La griotte actual destaca especialmente por componer letras mucho más comprometidas con la realidad social (desigualdad, injusticias...).
Los griots se han adaptado también a la modernidad, reconvirtiendo sus danzas en escuelas de danza o ballets: Théatre Nacional Daniel Sorano, por poner un ejemplo.
En la cultura mandinga de África Occidental (Gambia, Guinea, Guinea-Bissau, Senegal, Malí, Sierra Leona, Liberia, Burkina Faso y Costa de Marfil), el djele -griot en francés- era y es uno de los personajes más representativos y respetados de la tribu. Con una tradición de al menos 1600 años, los griots (a partir de ahora los llamaremos por su apelativo más conocido) eran los encargados de preservar la memoria de la tribu, sus genealogías, mitos, cuentos, batallas históricas y tradiciones orales, que pasaban así de generación en generación, actuando también como consejeros de los líderes tribales.
Para ello idearon un instrumento de 21 cuerdas, la kora mandinga, un híbrido entre el arpa y el laúd, con la que acompañaban sus cánticos y retahílas. También utilizaban el sabar, el tama, el xalam y el balafón. El sabar y el tama son instrumentos de percusión para hablar y enviar mensajes, por lo que se les llama la voz o tambores parlantes, ya que transmiten códigos reconocidos por los oyentes. El xalam es algo parecido a un banjo y el balafón es una especie de xilofón. De todos ellos hablaremos en próximas entregas.
Los griots usaban sus instrumentos y contaban sus historias en las cortes reales y a menudo eran considerados anunciadores. Sus canciones ceremoniales eran parte integrante de la vida política.
Aunque en general las historias que narraban estaban destinadas a divertir a la gente, eran también instructivas, ya que ponían muchas veces el acento en las debilidades humanas y en la manera en que el ser humano puede ser destruido por su codicia o su necedad.
Pese a pertenecer, como artesanos, a la casta más baja, gozaban de un gran respeto debido a su función social. A diferencia de los juglares medievales europeos, su estatus y ocupación eran heredados y sólo podían casarse con otros/as griots. Linajes conocidos de griots son los Seck, Mbaye o Kouyaté, por ejemplo.
Con la llegada de la escritura y posteriormente la introducción de la tecnología informática en la cultura africana, el griot pierde parte de su importancia social. Sin embargo, en la actualidad sigue siendo una casta muy considerada y sus músicos son reconocidos internacionalmente. Gente como Kandia y Jaliba Kouyaté, Toumani Diabaté o Ismaël Lô.
También hay mujeres griottes, aunque son menos conocidas, si exceptuamos algunas como Fatuo Guéwel en Senegal o Hadja Kouyaté en Guinea. La griotte actual destaca especialmente por componer letras mucho más comprometidas con la realidad social (desigualdad, injusticias...).
Los griots se han adaptado también a la modernidad, reconvirtiendo sus danzas en escuelas de danza o ballets: Théatre Nacional Daniel Sorano, por poner un ejemplo.
7 comentarios:
Me ha gustado mucho la entrada.
No sabía yo esto de los 'griots'.
Ahora queda más claro de donde procede la música de Norteamérica, o sea el blues.
Y hasta el rap.
Baaba Maal es fantástico. Lo he puesto de música de fondo mientras me daba un paseíto por los blogs y, de pronto he descubierto que mi cadera, mis piernas, mis hombros, mi cabeza se movían y yo estaba sonriendo, y te aseguro, Juan, que lo que leía no era especialmente alegre. Vaya, que su música se me mete en el cuerpo al margen de la voluntad o no de seguirla. !Fantástico!
Mila esker! ¡Y buena noche!
juan gran aporte , y no solo el rap también el blues el jazz , el funk con sus aportes electrónicos son parte de la gran cantidad de géneros musicales hijos de esta tradición; el lenguaje de áfrica es la música.
Yo diría que es hasta su patria.
Gracias por pasarte por el blog.
Es lo más emocionante lo que se de los griots, gente de una memoria cultivada, ejemplo de desarrollo de capacidades al límite, mucho gusto saber de ellos.
Hay manifestaciones culturales africanas que es una pena que no conozcamos, porque van desapareciendo, en gran parte por la presión del llamado mundo occidental, que sigue aprovechándose del inmenso potencial africano para su beneficio.
Dejémoslos crecer, ayudándolos en lo que podamos, no sangrándolos como venimos haciéndolo desde hace siglos.
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